Ya habían pasado dos semanas y Rei aún no se acostumbraba a tener
que lidiar con Hiro, el perro que cuando se convertía en humano era su chico,
Yukihiro.
-
Oye, Rei-chan, ¿Por
qué no sales con esas chicas?-
Pregunto el curioso chico mientras se cambiaba de ropa y Rei
estaba de espaldas con los ojos fuertemente cerrados, moria de vergüenza por el
atrevimiento de su chico.
-
¿Quién? ¿Kokoro
y sus amigas?-
Dijo aun sin ser capaz de abrir los ojos o girarse a ver al chico.
-
Si! Ellas, se ve
que quieren ser tus amigas, no debes cerrarte a posibilidades-
Dijo el chico una vez sentado, justo detrás de ella, Rei reprimió
un grito y un escalofrió paso de la punta de sus pies hasta su cabeza, por
impulso se alejó de Yukihiro.
-
¡¿Qué-¡¿Qué haces
tan cerca?!-
Él chico ni se inmuto ante aquellos ojos tan abiertos como se lo permitían
sus parpados, tan solo se acercó más y más a la chica, haciendo que la espalda
de esta chocara contra la cama, no había manera de escapar.
-
Rei-chan es muy
linda!-
Al parecer Yukihiro no tenía ni una pizca de pudor en su mente, ya
que solo junto una vez más los labios de él junto a los contrarios, Rei perdía
su pudor junto a él, tan solo besarlo la hacía estar cálida y sin fuerzas, tan
solo quería seguir con aquel tacto, profundizarlo, atraparlo en sus brazos,
desordenarle su húmedo cabello, y justo cuando se pensaba que llegaría a más,
él cortaba rápidamente aquel tacto, entre quejas por parte de Rei, lo miro con
enojo.
-
¿Por qué siempre
haces eso?-
Su enojo era notable, pero él tan solo se levantaba y se marchaba,
él frio que se podía decir que sentía Rei en ese momento era particularmente
parecido al de entrar a un refrigerador.
...
Apenas un mes y Yukihiro se había marchado, tan solo quedaba su espíritu
conectado al gran perro Hiro, pero este de vez en cuando tenía decaimiento o
botaba sangre, cosa que ya le comenzaba a preocupar a Rei.
-
¿Sucede algo
Rei-chan?-
Una de esas laaargas historias de Kokoro a las cuales no les
prestaba ni una pizca de atención, pero despertó de su pequeño transe.
-
Na-nada... estoy
bien-
Las otras dos chicas se miraron entre sí.
-
Estas muy
extraña-
Dijo Saki, meditando desde cuando ella estaba así.
-
Somos tus
amigas, cuenta con nosotras, ¿sí?-
Sumi le tomo de la mano, regalándole una sonrisa amable, pero Rei sabía
que no podía decir que un chico que dibujo en su pared se volvió real y anda
suelto por la cuidad.
-
Les contare solo
porque ya no sé qué hacer-
Dijo entre entristecida, preocupada y desesperada, el aquel trio asintió
muchas veces con la cabeza, emocionándose por lo que fuese a decir la
pelinegra.
-
Desde...hace un
mes, conocí a un chico—
Pero antes de que pudiera contestar sus amigas gritaron como
locas, Rei intento callarlas, hasta que lo consiguió.
-
¿ya te acostaste
con él?-
-
¿tiene hermanos?
¿Cuántos años tiene?-
-
¿Cuándo lo
conociste?-
Entre tantas preguntas Rei soltó un grito agudo y estas se
callaron.
-
Hace...hace un
mes lo conocí, pero a las semanas, se comporta extraño, ya no me visita y mucho
menos hemos tenido relaciones íntimas-
Dijo aquella palabra mirando a Kokoro y esta sonrió nerviosa.
-
pero ¿Qué paso?-
Pregunto Saki.
-
De seguro tiene
otra y no quiere decírtelo-
Concluyo Sumi, pero Rei no hacía más que negar.
-
No lo entenderán!-
Dijo con exasperación, llevando sus manos a su cabeza.
-
Pero si no nos
explicas~-
Rei dio un suspiro largo y conto toda la historia omitiendo explicar
a detalles los besos que se daba con Yukihiro, e incluso lo del perro, Hiro,
pero las chicas la miraban con incredulidad.
-
Dices que es un Ángel,
guardián o lo que sea!, te está cuidando¿?-
Rei asintió débil.
-
¿y que puede
dividir su cuerpo, y que la mitad que esta trasformada en perro está muy
enfermo?-
-
Si...lo peor del caso es que no sé dónde está
o porque esta así-
Un par de lágrimas se escaparon de los ojos de Rei, Kokoro la abrazo,
intentando reconfortarla.
-
He visto en
libros que...cuando se dividen en dos cuerpo uno no puede estar muy alejado del
otro porque una de las dos puede morir o desaparecer-
Las chicas miraron incrédulas a Saki y esta se encogió de hombros,
en ese momento el celular de Rei comenzó a sonar, notando en la pantalla el número
de su madre.
-
Ma-mamá, ¿pasa
algo?-
Rei se limpió las lágrimas como pudo pero su mamá respiraba rápido
por el celular.
-
Re-Rei-chan...-
La voz de Yukihiro le llego como un golpe a su corazón y estómago,
su cuerpo se alarmo completamente.
-
YUKI!!-
Sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar esa voz tan apagada
de alguien tan enérgico como lo era Yukihiro.
-
Ven a...casa...te—te
necesito-
No hizo falta repetirlo dos veces, colgó la llamada, y tomando sus
cosas salió corriendo del aula, los recuerdos de Hiro se le vinieron a la mente
mientras corría, Yukihiro no se escuchaba nada bien.
...
Luego de saltar la reja de la escuela llego a su casa corriendo,
encontrado un camino de sangre, el teléfono de la casa lleno de sangre y las
escaleras, al llegar a la planta de arriba lo encontró, el chico estaba tirado
en el piso mal herido.
-
¡Yuki!-
Grito asustada Rei, arrodillándose frente al chico, Yukihiro,
lentamente abrió los ojos, sonriendo como pudo, pero tan solo se formó una
mueca.
-
¿Qui-¿Quién te
hizo esto?-
Pero el chico no pudo responder, sus ojos volvieron a cerrar, y su
cuerpo comenzó a colocarse igual de pálido que la pared, su ropa comenzó a
volver a ser del color de los lápices de colores, Rei horrorizada intento
tomarlo entre sus brazos, pero su cuerpo comenzaba a pegarse al suelo de
madera, tal y como su fuere una figura plegable.
-
Yuki-Yukihiro...no-no
me dejes-
Sus lágrimas comenzaron a dañar aquel hermoso rostro que una vez
ella dibujo, en un acto desesperado intento besarlo, pero al hacerlo, solo
alcanzo a besar el suelo, ya había sido tarde...
Grito y lloro a mares, intentando golpear el piso una y otra vez.
Sus adoloridas manos comenzaron a sangrar, hasta que todo se tornó
oscuro entre tantas lágrimas y jadeos, perdió la conciencia.
...
Aquella sangre comenzó a esparcirse lentamente hasta tocar aquel
rostro de lo que una vez fue Yukihiro, La habitación se volvió luz, una luz
completamente segadora, la misma luz que desprendió Yukihiro, cuando salió de
la pared.
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